An education


Después de mucho pensarlo, decidí escribir sobre una de mis películas favoritas del extinto 2009, An education (la segunda, después de Up, por supuesto). Más allá de las características habituales que juzgamos en una cinta (música, fotografía, dirección, etc.), lo que me cautivó de An education fue el argumento, que me hizo recordar a Bioy Casares: La verdad es relativa, las razones que cada quien tiene para hacer algo pueden ser mutuamente excluyentes, pero igualmente válidas (para mayor referencia lean Recuerdo de las sierras).


Un resumen rápido de la historia sería: Jenny es una chica de 16 años empeñada, como sus padres, por ingresar a Oxford. Conoce a David, un playboy de casi 40 años que le muestra un mundo distinto al que estaba acostumbrada. Tal es el encanto de este hombre, que Jenny es capaz de pasar por alto los negocios deshonestos con que se gana la vida.


Eventualmente, David seduce a Jenny durante un viaje a París y pide su mano en matrimonio. Los padres de la joven, encantados con el prospecto a esposo, lo aceptan de inmediato. En la cena de compromiso Jenny descubre que David es casado y que sacrificó su educación por un matrimonio imposible.

Como toda historia que se precie An education tiene un final feliz, Jenny pide ayuda a su antigua maestra del colegio para hacer los exámenes de admisión en Oxford, y finalmente consigue ser aceptada en la universidad.


Ahora bien, ¿por qué me recordó a Bioy? Muy simple. Cada personaje tiene razones distintas para apoyar a Jenny en el ingreso a Oxford, todas se excluyen entre sí, pero no carecen de validez.


Para Jenny, la protagonista, Oxford siginifica salir del mundo aburrido del Londres de principios de los sesenta. La Universidad era sinónimo de pensamiento libre, de conocimiento, de contacto con personas que “saben muchas cosas, sobre muchas cosas”; a principios de los sesenta, las universidades grandes, como Oxford podían considerarse los semilleros de los futuros movimientos juveniles de finales de la década y el trampolín para conocer otros países como Francia, que en aquella época se erigía como la fuente de la moda, no sólo en cuestiones de vestir, sino en ideas, música, modo de vida, amor.


Los padres de Jenny consideraban la universidad como la oportunidad para que su hija conociera un buen prospecto a esposo, como una “alternativa” a los centros nocturnos. Es por eso que cuando escuchan sobre la propuesta de David, Oxford es el último tema en su mente, no hay necesidad de educación si ya se tiene lo que se buscaba, en principio.


Miss Stubbs, una de las profesoras de Jenny, la apoya porque para ella, una nueva mujer en la universidad significa una pequeña victoria más en la lucha por la igualdad de la mujer (igualdad en la que por cierto nunca he creído, pero eso será tema de otro post).


Finalmente, David es la contraparte de la historia, el villano si quieren decirlo de ese modo. Él seduce a Jenny con viajes, autos de lujo, cigarrillos importados; la ama por ser mujer, por ser joven y no está interesado en “The clever Jenny”. Representa la tentación a la que quizá estamos sujetas muchas (por no decir todas) las mujeres: elegir entre una vida fácil y lujosa, aún si eso significa convertirse en una Plastisex o hacer algo aburrido y después hacer algo todavía más aburrido para seguir haciendo algo aburrido y así conseguir algo importante, pero por nosotras mismas (que conste que siempre existe el término medio).


Mención especial merece Helen, amante del mejor amigo de David, Danny. Ella es un digno ejemplo de una Plastisex: Bonita, elegante, cubierta con ropa costosa, pero ignorante a más no poder. Es el personaje que más me hizo reír en toda la historia. Desde sus comentarios sobre el latín “que en cincuenta años no hablarán ni los latinos”, las críticas sobre la apariencia de las chicas universitarias y su cátedra sobre “Read english books”.

Lo curioso es que a estas alturas de nuestro glorioso siglo XXI existen todavía células en que el matrimonio es lo más importante para la mujer y la educación se añade a los centros nocturnos como medio para conseguirlo. Las Plastisex existen y las “clever Jenny” también (a Dios gracias).


Y este post destinado a hablar de An education se convirtió en expresión de mi deseo oculto de ser plastisex (jajaja).


Para terminar, aunque el sountrack sólo tiene cuatro pistas originales, vale mucho la pena, por ser una gran compilación de temas de los sesenta, entre los que se encuentra Comin’ home.

Ampliamente recomendable.


(Si la cinta les interesa pueden bajarla de http://nuevocinemaparadiso.blogspot.com/ o si la quieren en avi para verla en su tele… búsquenla por ahí).


3 comentarios:

^VaSiTo_JaRoChErO^ dijo...

O Cielos.. y si no la quiero ver' ni en la TV? ni en AVI?¡
Hola?


Saludos
VaSiTo!

emma dijo...

1.- Nee-san me encantó el post, excepto la parte en la que cuentas el final de la pelicula!!!! jajajajaja me hizo reir demasiado y como sabes empecé una discusión en el FB de las Plastisex vs. las Clever Jenny's.
2.- ¿Proyectaste tu deseo por corromperme en ésta película? No me mientas! acaso esperas que me comprometa con un playboy?
3.-Te quieroooo!! :) (Siempre debe haber un final feliz)

Unknown dijo...

O tener a la mano un buen convertidor de formatos para pasarlo a AVI :P te quiero Melva! e insisto, me gusta como relatas

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